*La última jornada llega cargada de novedosas tendencias para mujeres presumidas, elegantes y tropicales
La feminidad y sofisticación se cubren de transparencias en la segunda jornada de la Semana de Baño de Gran Canaria Moda Cálida con el desfile de bikinis, trikinis, y sugerentes piezas aún sin nombre, ya que la innovación fue una de las protagonistas de esta consagrada pasarela, única en Europa.
Así, el primer desfile de la tarde del sello de moda del Cabido de Gran Canaria para vestir la playa y la piscina lo abrió la firma Livia Monte-Carlo, que propone una línea chic con un elegante aire minimalista en la que la mujer se viste con bikini en los días más cálidos.
La atrevida puesta en escena de Hipertrófico Swimwear no dejó a nadie indiferente, con una colección de patronaje estructurado inspirado en jardines verticales y vegetación autóctona con trikinis de aberturas laterales, mientras que los modelos, que portaban curiosas mochilas en el pecho, se cubrían con bañadores de talle alto y telas brillantes.
La potente marca californiana Banana Moon inundó la pasarela de flores exóticas y su adoración por los kimonos tropicales para vestir en la playa, además de bermudas florales, una colección que destaca por su comodidad.
La licra y la transparencia se dieron la mano en la colección Cápsula A3 de la reputada Aurelia Gil, quien tomó como referencia la estética deportiva de los años 90 para crear una línea de bañadores y atractivos bikinis femeninos para llevar no solo a la playa sino también pasearlos por la ciudad.
Y es que el colorido que las paredes de la pasarela, tornadas en gigantes pantallas, así como el suelo, permitieron recrear todos los escenarios posibles, incluidos los abstractos, para envolver al público en una atmósfera distinta en cada pase.
El público, el presidente de Moda España, Modesto Lomba, las firmas nacionales e internacionales invitadas, como la conocida Agatha Ruíz de la Prada, han podido disfrutar desde primera hora de la tarde no solo de los desfiles y las vibrantes bambalinas, sino también de la música de la terraza de Expomeloneras, donde el particular ambiente de la moda y los estilos propios se han adueñado del sur de Gran Canaria.
Así, el primer desfile de la tarde del sello de moda del Cabido de Gran Canaria para vestir la playa y la piscina lo abrió la firma Livia Monte-Carlo, que propone una línea chic con un elegante aire minimalista en la que la mujer se viste con bikini en los días más cálidos.
La atrevida puesta en escena de Hipertrófico Swimwear no dejó a nadie indiferente, con una colección de patronaje estructurado inspirado en jardines verticales y vegetación autóctona con trikinis de aberturas laterales, mientras que los modelos, que portaban curiosas mochilas en el pecho, se cubrían con bañadores de talle alto y telas brillantes.
La potente marca californiana Banana Moon inundó la pasarela de flores exóticas y su adoración por los kimonos tropicales para vestir en la playa, además de bermudas florales, una colección que destaca por su comodidad.
La licra y la transparencia se dieron la mano en la colección Cápsula A3 de la reputada Aurelia Gil, quien tomó como referencia la estética deportiva de los años 90 para crear una línea de bañadores y atractivos bikinis femeninos para llevar no solo a la playa sino también pasearlos por la ciudad.
Y es que el colorido que las paredes de la pasarela, tornadas en gigantes pantallas, así como el suelo, permitieron recrear todos los escenarios posibles, incluidos los abstractos, para envolver al público en una atmósfera distinta en cada pase.
El público, el presidente de Moda España, Modesto Lomba, las firmas nacionales e internacionales invitadas, como la conocida Agatha Ruíz de la Prada, han podido disfrutar desde primera hora de la tarde no solo de los desfiles y las vibrantes bambalinas, sino también de la música de la terraza de Expomeloneras, donde el particular ambiente de la moda y los estilos propios se han adueñado del sur de Gran Canaria.
El público no se pudo resistir y se levantó para aplaudir la colección de Arcadio Domínguez, quien rompió con su línea de siempre para mostrar a una mujer igual de presumida pero más atrevida, con prendas transparentes y exquisitamente trabajadas en una colección con la que por primera vez se atrevía a vestir al hombre con El Chico Inventado, nombre de la propuesta.
Los mandalas budistas llegaron a Moda Cálida con Calima, de Nuria Díaz Pavón, a través de una colección que trasladó al público al mundo tribal de faldas con motivos étnicos y bañadores adornados con plumas y borlas.
Los dioses del Olimpo hicieron su entrada en la pasarela con Gabriel Croissier, con bañadores hercúleos inspirados en la Grecia clásica con corte de gladiador, así como ropa de baño para mujer que recordaba a las túnicas helenas que lucían modelos con peinados trenzados en armonía con la colección. Como colofón, un grupo de deportistas realizaron una exhibición de ejercicios rematada por la aparición en escena de un descamisado Croissier, quien no dudo en sacar músculo al término de la pasarela.
De este modo llegó el turo de Ágata Ruiz de la Prada, con la que una ola de color y optimismo inundó la pasarela de Moda Cálida con bikinis y bañadores en rosas y fucsias combinados con luminosos amarillos, decorados con el inconfudible corazón que representa a la diseñadora, prendas con un toque de picardía que las modelos lucieron con gracia y hasta lanzaron besos al público contagiadas de la alegría de la música y los colores.
Gottex celebró su 60 aniversario sobre la pasarela de Moda Cálida y para esta ocasión especial la firma israelí desarrolló una pequeña colección elaborada de manera excepcional con extravagantes tejidos y exclusivos bordados, innovadores diseños en cuanto a su diseño, material y estructura.
La sensualidad llegó con la firma Gonzales Underwear, a través de una colección cargada de sedas, encajes y tules dispuestos en una paleta de color contrastada, del blanco al negro, además del rosa convertido en oro y el rojo oscurecido hasta parecer casi negro.
Alida Domínguez cerró la pasarela con su colección Australia inspirada en la naturaleza, en el arte aborigen y en los colores de fuego que el sol refleja en la roca sagrada del Monte Uluru. Meticulosamente elaborada, sus propuestas también transmitían sensualidad, con tejidos de gran calidad y diseños arriesgados.
El colorido que las paredes de la pasarela, tornadas en gigantes pantallas, así como el suelo, permitieron recrear todos los escenarios posibles, incluidos los abstractos, para envolver al público en una atmósfera distinta en cada pase gracias también a la música y los efectos, que impregnaron a los espectadores y terminada la pasarela prosiguieron entusiasmados por la moda durante los brindis finales y la promesa de reencontrarse en una nueva edición aún mejor que la actual.
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